Empezamos el proceso de envejecimiento alrededor de lo treinta años, en ese momento se produce un cambio en el comportamiento de los corneocitos, que son las células que forman la capa más superficial de la epidermis, que comienzan a adherirse unos a otros impidiendo su desprendimiento.

Este aumento de la adhesión origina que la capa córnea aumenta de grosor, nuestra piel, que hasta entonces aparecía como luminosa y translúcida, empieza a adquirir un tono macilento, opaco, perdiendo su brillo característico.

Esto es lo que primero debemos solucionar para que el proceso de envejecimiento se detenga o por lo menos se ralentice.

Este es el momento en que empiezan aparecer las primeras arrugas alrededor de los ojos y en la frente debido a que el músculo frontal y el orbicular de los ojos han estado allí contrayéndose desde el nacimiento, pero la fina piel que lo recubre estaba bien hidratada, por lo que no se plegaba en cada contracción muscular, pero si se engrosa y se deshidrata, el resultado será una piel arrugada, ya que ha perdido la elasticidad.

¿Qué se debe hacer en estos momentos?

Aquí viene la solución más sencilla, útil y lo mejor que está al alcance de casi cualquier bolsillo, y son: las exfoliaciones.

La técnica de exfoliación que puede ir desde una aplicación de las cremas de retinol o ácidos frutales como la papaya o un arrastre con micropartículas de perla hacen que el corneocito se desprenda y deje que el organismo trabaje aportando oxígeno y nutrientes a las células de la piel.

¿Qué ocurre en nuestra piel si no exfoliamos?

La última capa de la epidermis justa la que está en contacto con la dermis, es decir, la unión dermo-epidérmica, es la capa germinal formada por células madre que están permanentemente fabricando células hijas que ascienden luego a través de la epidermis diferenciándose en las distintas células formadoras de esta capa (melanocitos, células defensivas, etc.) y son las que al final llegando a la capa córnea ya muerta se llenan de queratina y se desprenden. Sin embargo, cuando ocurre el aumento de la adhesión antes descrito, las células madres, empiezan a disminuir la producción celular, puesto que la capa córnea está ocupada por las células muertas no desprendidas.

La Dermis, que es la capa siguiente a la Epidermis, está formada por grandes arcadas que alojan vasos sanguíneos, los cuales aportan a esta capa de una gran cantidad de agua y dentro de esta agua están sumergidas las fibras de colágeno y elastina. El agua no se encuentra libre en la dermis, como si se tratara de un lago o piscina,   sino que está contenida entre las cadenas del ácido hialurónico.

Cuando los corneocitos empiezan a no desprenderse y las células madres disminuyen la producción celular, los vasos sanguíneos que están allí para dar nutrición a las células madres en su trabajo de fabricación de células hijas, disminuyen su calibre porque consideran que ya no es necesaria su presencia en esas zonas y se van a otras zonas que consideran más importantes. Por supuesto que esta disminución de vasos sanguíneos ocasionan una disminución de la hidratación de la zona, ya que el agua procede del plasma que atraviesa las paredes de dichos vasos y se deposita al interior de los tejidos.

No solo disminuye la hidratación de la Dermis al disminuir el calibre vascular, sino que las fibras de colágeno y elastina también se ven afectadas

Es precisamente en estas etapas destructivas cuando aparecen los primeros signos de flacidez, alrededor de los cuarenta años.

Debajo de la Dermis se encuentra el tejido graso, no de forma libre, sino que se encuentra en compartimentos estancos de fibroblastos, estas bandas fibróticas, alrededor de los cuarenta y cinco o cincuenta años, pierden fuerza y empiezan a descender debido a la acción de la gravedad arrastrando dentro de ellas al tejido graso que pasa a ocupar zonas bajas cercanas al óvalo facial. Es en esos momentos cuando los rostros, que en la juventud tenían un aspecto de triángulo con vértice en el mentón, comienzan a mostrarse como un rectángulo y más tarde darán la forma característica de las personas ancianas en donde el triángulo está invertido teniendo el vértice en la raíz nasal

Se va perdiendo la forma del óvalo, el cuello y la cara forman una línea continua, ya no importan tanto las arrugas como la enorme modificación del rostro.

Los párpados están caídos, el canto externo del ojo está descendido, se ha perdido la imagen bella de los ojos almendrados, la pintura de los párpados se corre al momento de aplicarla. Los ojos muestran aspecto de tristeza.

Por lo que llegamos a la conclusión de que si exfoliamos la piel debidamente conforme vamos cumpliendo años, engañamos al organismo y evitamos este que optimice sus recursos y esos efectos en cadena que hemos descrito se van evitando o por lo menos se ralentiza el proceso manteniendo juventud, salud y tersura más tiempo.

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